He aquí una historia que queda grabada en piel de los hinchas de Boca. Aquella del flaco Schiavi, el día que jugo con apendicitis...
Hemos hablado en este espacio de lo que es ganar “a lo Boca”. De cómo un equipo revierte las situaciones más adversas posible a puro coraje, enjundia, garra… A puro huevo, en fin. Pues bien, también como nuestro equipo nos ha acostumbrado a este tipo de hazañas desde el principio de los tiempos, hay jugadores que individualmente han encarnado ese mandato histórico. Son esos que los bosteros solemos amar de inmediato, a la primera trabada. Si se juega como se vive, se es bostero como se traba. El rugido de satisfacción de la Bombonera cuando un jugador va abajo es algo que no es escucha en ninguna otra cancha, donde las expresiones masivas se reservan para un gol, un caño, una gambeta. Amamos a los jugadores que dejan todo por la azul y oro, que juegan hasta lesionados, que juegan “a lo Boca”. Como el Flaco Schiavi, por ejemplo.
Pocas dudas pueden haber que el Flaco encarnaba como pocos la genética del central Xeneize y lo hemos visto luchar como un espartano azul y oro en cada campo de batalla. Pero hay un hecho que lo define como pocos y ocurrió la noche del 26 de febrero de 2003. ¿El lugar? El Estadio Monumental de Santiago de Chile. ¿El rival? El Colo Colo. ¿La circunstancia? La segunda fecha de la zona de grupos de la Copa Libertadores. Partido chivo ya que el equipo Chileno contaba con varias figuras, entre ellas el gran Iván Zamorano, un goleador realmente temible. Boca ganaría 2-1 en Santiago con dos goles de Alfredo Moreno (el segundo a dos del final) y buena parte de la victoria tendría que ver con la marca implacable del Flaco y de Nico Burdisso sobre Zamorano.
Pero la cosa había empezado complicada para el Flaco en la noche previa al partido. Un fuerte dolor de estómago no lo dejó dormir bien y por la mañana, mientras desayunaban, el doctor Veiga le dijo a Bianchi que el Flaco tenía una pequeña crisis de estomacal, que fue resuelta provisoriamente con una buscapina. Pero al llegar al estadio volvieron los síntomas y el Virrey le propuso al Flaco no jugar el partido. Schiavi dijo que él estaba para jugar y entró a la cancha con fiebre y chuchos de frío. Pasó el entretiempo sobre una camilla y Bianchi le preguntó si quería parar y el Flaco respondió con un rotundo NO. Salió a la cancha, la rompió, se aseguró que Boca había ganado y hasta fue al antidoping.
Claro, el pequeño detalle era que el Flaco tenía una apendicitis que a esa altura ya era aguda. Lo subieron a una ambulancia y volaron a la Clínica Alemana de Santiago, donde tuvo que ser operado de urgencia por el médico chileno Carlos Carvajal. La operación anduvo fenómeno y el Flaco terminó siendo retratado al día siguiente en el aeropuerto, leyendo el diario sentado en una silla de ruedas como si nada hubiese pasado. Schiavi regreso a Buenos Aires al día siguiente de ser operado para iniciar una recuperación que debía demandar 45 días. Pero claro, era el Flaco… Volvió antes de tiempo, diez días antes para ser exactos, para la revancha contra Colo Colo. Fue un 3 de abril, fecha de pura estirpe bostera. Tratándose del Flaco no podría haber sido otro día.
Por Alberto Moreno para "Boca es Nuestro"
Hemos hablado en este espacio de lo que es ganar “a lo Boca”. De cómo un equipo revierte las situaciones más adversas posible a puro coraje, enjundia, garra… A puro huevo, en fin. Pues bien, también como nuestro equipo nos ha acostumbrado a este tipo de hazañas desde el principio de los tiempos, hay jugadores que individualmente han encarnado ese mandato histórico. Son esos que los bosteros solemos amar de inmediato, a la primera trabada. Si se juega como se vive, se es bostero como se traba. El rugido de satisfacción de la Bombonera cuando un jugador va abajo es algo que no es escucha en ninguna otra cancha, donde las expresiones masivas se reservan para un gol, un caño, una gambeta. Amamos a los jugadores que dejan todo por la azul y oro, que juegan hasta lesionados, que juegan “a lo Boca”. Como el Flaco Schiavi, por ejemplo.
Pocas dudas pueden haber que el Flaco encarnaba como pocos la genética del central Xeneize y lo hemos visto luchar como un espartano azul y oro en cada campo de batalla. Pero hay un hecho que lo define como pocos y ocurrió la noche del 26 de febrero de 2003. ¿El lugar? El Estadio Monumental de Santiago de Chile. ¿El rival? El Colo Colo. ¿La circunstancia? La segunda fecha de la zona de grupos de la Copa Libertadores. Partido chivo ya que el equipo Chileno contaba con varias figuras, entre ellas el gran Iván Zamorano, un goleador realmente temible. Boca ganaría 2-1 en Santiago con dos goles de Alfredo Moreno (el segundo a dos del final) y buena parte de la victoria tendría que ver con la marca implacable del Flaco y de Nico Burdisso sobre Zamorano.
Pero la cosa había empezado complicada para el Flaco en la noche previa al partido. Un fuerte dolor de estómago no lo dejó dormir bien y por la mañana, mientras desayunaban, el doctor Veiga le dijo a Bianchi que el Flaco tenía una pequeña crisis de estomacal, que fue resuelta provisoriamente con una buscapina. Pero al llegar al estadio volvieron los síntomas y el Virrey le propuso al Flaco no jugar el partido. Schiavi dijo que él estaba para jugar y entró a la cancha con fiebre y chuchos de frío. Pasó el entretiempo sobre una camilla y Bianchi le preguntó si quería parar y el Flaco respondió con un rotundo NO. Salió a la cancha, la rompió, se aseguró que Boca había ganado y hasta fue al antidoping.
Claro, el pequeño detalle era que el Flaco tenía una apendicitis que a esa altura ya era aguda. Lo subieron a una ambulancia y volaron a la Clínica Alemana de Santiago, donde tuvo que ser operado de urgencia por el médico chileno Carlos Carvajal. La operación anduvo fenómeno y el Flaco terminó siendo retratado al día siguiente en el aeropuerto, leyendo el diario sentado en una silla de ruedas como si nada hubiese pasado. Schiavi regreso a Buenos Aires al día siguiente de ser operado para iniciar una recuperación que debía demandar 45 días. Pero claro, era el Flaco… Volvió antes de tiempo, diez días antes para ser exactos, para la revancha contra Colo Colo. Fue un 3 de abril, fecha de pura estirpe bostera. Tratándose del Flaco no podría haber sido otro día.
Por Alberto Moreno para "Boca es Nuestro"
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El equipo está conformado por Ana Bonissone en la conducción, Eduardo Eliaschev, Claudio Giardino y Fernando Burruso en el estudio, y columnistas que cubren las principales actividades de nuestro Club como Martín Marzolini en básquet, Vanesa Raschella en futbol femenino, Martín Herrera en fútbol profesional, Jacqueline Vezzosi en divisiones inferiores fútbol masculino, Mariano Revertido
en el polideportivo, y el invalorable aporte de Alberto Moreno
recordándonos de dónde venimos en cada hecho histórico de nuestro Club.
Con la producción general de Leo Zallio, Gabriel Martin, Ivan Ludueña Daniel Lubel, y Maximiliano Catanzano en diseño y gráfica.
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