Por Diana Salomé Cabral @divagadiana
Domingo 8 de diciembre de 2019, jornada electoral en
el Club Atlético Boca Juniors. El oficialismo que ganó las últimas dos
elecciones con Angelici a la cabeza pone ahora al frente de su lista, La Mitad
más Vos, a Gribaudo–exdiputado
nacional (votó en contra del matrimonio igualitario), hombre del PRO–. Dicho hombre fue el
elegido para disputar los comicios ante el Frente para Recuperar la Identidad
Xeneize–comandado
por la dupla Ameal-Pergolini– y a la agrupación Volver a Ganar de
Beraldi-Ferrari.
Todos estos machos del fútbol se disputaban el apoyo
del último líder indiscutido que ha tenido Boca, Juan Román Riquelme. El
exjugador bostero que habiendo ganado todo con la azul y oro se retiró en el
club de sus inicios, Argentinos Juniors. ¿Por qué tal “error trágico”? Porque
la dirigencia de Boca comandada por Angelici–y Macri– lo borraron del Club.
Prometieron no dejarlo volver a entrar, nos amenazaron a los hinchas con
contarnos cosas de él que harían quebrar nuestra relación incondicional.
Román nos habló, nos contó qué hizo, qué no hizo,
cómo fueron las cosas cronológicamente. Román siempre nos habló, en los
momentos malos, en los buenos, en los tristes, en los felices. Román nunca le
habla al periodismo siempre ha usado los micrófonos para hablarnos a nosotros y
a nosotras, a quienes somos hinchas de Boca. Román nos ama y nosotros a él. El
amor es algo que los tramposos no entienden, no viven. Ellos no saben qué es el
amor. Amar incondicionalmente es hacer todo para ver feliz a ese otro ser, para
que crezca, para que sea libre. El amor es acompañar, aconsejar, agradecer.
Amar es poner el hombro y abrazar a tu ser querido cuando está pasándola mal,
es hacer un banderazo, es gritar su nombre en una Bombonera vacía, es putear a
quien tanto daño le hizo. Amar es mucho más que gritar goles, los goles dan
títulos, sí, pero son gritos pasajeros. El amor cuando es del bueno es,
también, eterno.
Riquelme siempre nos dijo que él de Boca no se
quería ir, nos abrió los ojos allá por el 2001 cuando nos decía que quería
seguir en el Club y ser campeón en La Boca. Riquelme hacía notas pidiendo que
Macri no le mintiera más, que no dijeran que cobraba tanta plata cuando cobraba
mucho menos. Todo cambió después del secuestro de su hermano Cristian, hecho
que hace unos días Román, al pasar, volvió a nombrar durante la entrevista que
dio en Intrusos. Román siempre puso a
su familia por delante de Boca. Otra demostración de eso es que finalmente
Riquelme decide volver a Boca, a involucrarse en la vida del Club, después de aquel
9 de diciembre del 2018 cuando Rivernos ganóla Copa Libertadores en Madrid.
¿Por qué ese día y no otro? Porque su hijo Agustín se lo pidió. Román decide
volver porque su familia se lo pide. Y si su familia se lo pide es porque esa
familia sabe perfectamente que Boca necesita a Román y que Román necesita a
Boca. Eso es el amor. Es tan simple como eso. Poder ver ese amor y accionar
para que el Club de tus amores vuelva a ser un lugar de disfrute, de goce, de
libertad, es la máxima demostración de amor que puede tener una persona que ha
dedicado toda su vida al fútbol. Román sabe (y lo dice) que es Riquelme gracias
a Boca, gracias al hincha. Ese hecho muchas veces otras personas lo niegan o
simplemente hablan de Boca como un escalón más dentrode su formación política,
Román se lo apropia y va un paso más allá –no por ambición sino
por convicción–
lo incluye como parte fundamental de su identidad. Román sabe que Boca lo
define tanto en su vida privada como en su vida pública y entiende que esa vida
pública ya no está más ligada a patear la pelota sino que ha virado hacia la
política. Y, a su vez, comprende que la política es la herramienta que tiene él
para que Boca, su amor eterno, a quien le debe ser quién es él hoy en día,
vuelva a ser ese mismo Club que le dio la oportunidad a él de cambiar su
historia personal pero también la de tantos otros jugadores, trabajadores del
Club, la de su familia y la de tantas familias de tantos jugadores. Cuando los
hinchas vemos jugar tan mal a Boca, cuando vemos que el Club desfinancia disciplinas,
cuando vemos que la barra se mete para amedrentar, cuando vemos que apañan
machos violentos, cuando vemos el desprecio hacia los deportes liderados por
mujeres, cuando el hincha ve todo eso se da cuenta que la falla no está ni en
los técnicos ni en los jugadores. La falla está en que nuestro tan querido Club
ha elegido darle la espalda a la historia, a la identidad, a la pertenencia. Todos
estos años de macrismo en Boca fueron años de querer borrar todos los años
pre-Macri. ¿Existe la mística de Boca? ¿O fue un slogan marketinero que
repitieron sin cesar los medios de comunicación? Para mí no existe la mística o
al menos no existe sola. A Román muchos le decían "el mago", no sé
por qué nunca me terminó de cerrar ese apodo, tal vez porque siempre lo vi
demasiado real a Román, demasiado de carne y hueso. Un hombre que después de
perder una final por Copa Libertadores comunica ante los medios que no puede
seguir en Boca porque está vacío y siente que así no puede seguir en el Club no
puede ser un mago. Es un hombre que ha decidido mostrarse (no fue la única vez)
vulnerable y decidido. “Hasta acá llegué”, parecía habernos dicho, no siguió no
porque noquería sino porque no podía. Román, con la voz quebrada, esa madrugada
dijo: "Amo a este Club, voy a estar agradecido por siempre con la gente de
Boca. El compromiso que tengo con el Club es muy grande. Es que me siento
vacío, ¿no? No tengo más nada que darle al Club. No sé si le he dado mucho, no
sé si le he dado poco, no sé si le he dado nada pero tengo claro que esoy
vacío, que no tengo más nada por dar. Estoy agradecido a mis compañeros, al
cuerpo técnico, a los dirigentes que están hoy, a los dirigentes que me han
renovado. Se han dicho muchas cosas, me han contado. Es una decisión mía".
Riquelme tampoco pudo seguir en la Selección cuando
vio mal a su mamá María. Este hombre que cuenta que la mamá de sus hijos, la
compañera con la que se juntó desde muy chicos, ha sido fundamental para que él
sea el Riquelme que fue. Román no nos habla de falsos discursos de sacrificios,
describe una realidad. Él ha dado todo en la cancha porque en la intimidad hubo
una mujer que se hizo cargo de la crianza de sus hijos, que la única manera que
él tuvo de dedicarse 100% al Club fue gracias a que su pareja de ese entonces
se bancó su egoísmo y cuidó de sus hijos por los dos. Hijos que hoy en día le
piden que vuelva a Boca, que sea él el que tome las riendas de la historia, que
vuelva a Boca para lograr rescatar del pasado todo aquello que nos hizo
grandes, populares y libres.
Ya en el 2001 Riquelme declaraba que definía a ese
ciclo de victorias como un momento histórico e irrepetible en el Club. En medio
de tanta vorágine y amigos del campeón, Román en cada nota rescataba que no
habían ganado solos, habían ganado porque fueron un equipo. No es casual que
ahora Román vuelva al Club acompañado de otros exjugadores que fueron clave en
ese entramado de planteles que ganaron todo. No fue Macri el que ganó, él
estuvo y formó parte, sí, y eso no se niega ni se borra pero no fue magia, fue
la fuerza de voluntad y el trabajo de unos pibes (que incluso la dirigencia ha
tenido el tupé de pagarles menos o demorarles el pago) junto a un cuerpo
técnico y a Carlos Bianchi, un líder que además de tener muy claro sobre cómo
había que jugar fomentaba la unión y la camaradería entre sus jugadores.
El amor del hincha hacia Román y el amor de Román
hacia el hincha no tiene precio, no se compra porque ese lazo es
inquebrantable, está formado no solamente por resultados sino por la
identificación. Román se identifica con nosotros y nosotros con él. Y esa
identidad está sostenida por más de 114 años de gloria, de momentos tristes, de
caídas pero de remontadas, de abrazos de gol, de llantos, de gritos, de
festejos, de asados, de meriendas, de mates, de picadas. Esos 114 años son de
un amor que ha sido transferido de generación en generación. Por eso lloramos
cuando ganamos o perdemos, porque aflora ese amor, ese querer sin condiciones.
Lloramos porque elegimos emocionarnos con Boca. El amor no es irracional, es
una decisión, es una postura. Cuando amamos no estamos pensando “en nada”, al
contrario, estamos siendo más conscientes que nunca. El ser amado no puede ser
ni una hechicera, ni un príncipe ni una bruja. El ser amado es, en nuestro
caso, Boca, que se transforma en la historia personal de cada uno y que
confluye en un Club Atlético. Boca es un amor heredado, nuestro amor más
preciado. Si sufre Boca, sufrimos por nosotros y por nuestros viejos, por
nuestros abuelos, nuestros hijos. Si Boca festeja hoy, festejamos por nosotros,
nuestros viejos, nuestros abuelos, nuestros hijos.Si sufre Boca, sufrimos por
nosotras y por nuestras viejas, por nuestras abuelas, nuestras hijas. Si Boca
festeja hoy, festejamos por nosotras, nuestras viejas, nuestras abuelas,
nuestras hijas.
Todos y todas amamos al Club. Y sabemos que Román
ama al Club como nosotros y nosotras, sabemos que no va a permitir que nada malo
nos pase, nos va a cuidar eternamente. A mí me pone muy contenta que un hombre
que nunca nos mintió esté adentro del Club tomando decisiones que incluirán rescatar
del pasado todo aquello que nos hizo grandes y que hoy en día ha quedado
descuidado. Román jamás se puso por encima de Club, eso nos lo quisieron hacer creer
los que usaron a Boca para llenar sus currículums. Román siempre estuvo a la
par de Boca. Sabemos que Román va a cuidar a Boca porque Boca es su familia, es
su casa, es su amor. Y esos pilares son los que jamás se traicionan, son los
que sostienen los 114 años de historia.
Gracias socios y socias por darle la oportunidad –al máximo ídolo de Boca–deser el encargado de
cuidar nuestra historia. Es un rol muy importante y sabemos que él lo va a saber
aprovechar para el bien común.