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Historia: "El fin de la eternidad". Por Alberto Moreno


Ayer en “Boca es Nuestro”, nuestro historiador, el profe Alberto Moreno, nos contó la historia de aquella sequia de títulos que duro unos cuantos años y de aquel equipo del 54 que batió todos los records de recaudación y venta de entradas que siguen aún vigentes en el futbol argentino. A disfrutar la columna y aprender de la mano de nuestro querido profe.


Entre 1944 y 1962, el Xeneize vivió la etapa más magra de su historia en cuanto a títulos en el plano local se refiere. Tras el bicampeonato de 43/44, Boca metió tres subcampeonatos al hilo -45, 46, y 47-, en el 49 casi se va a la B, al año siguiente volvió a salir subcampeón, posición que solo volvería a repetir en 1958.

Queda claro, que la década del '50 fue de más tristezas que alegrías, porque al menos en los 40 se estuvo cerca varias veces y además se logró dos veces la Copa Confraternidad -torneo que enfrentaba a los subcampeones de Argentina y Uruguay- venciendo a Nacional en 1945 y a Peñarol al año siguiente. También obtuvo la Copa de Competencia Británica en 1946, torneo en el que derrotó a riBer en semis y a San Lorenzo en la final.

Pero en los 50, la cosa era dura de verdad. Boca ni siquiera conseguía pelear los torneos, a pesar del aliento incesante de su hinchada, récord constante de recaudaciones aunque los títulos se los llevaran otros. El oasis entre tanta tristeza sería sufrido, luchado y bien ganado título de 1954. A lo Boca. Esa vuelta olímpica que incluyó la presencia estelar de un prócer como Severino Varela -boina en mano y camiseta de Boca puesta- fue un desahogo indispensable, y cortó una racha sin títulos domésticos que, hasta ese momento era la más extensa de la historia boquense.

El camino al título fue arduo, y requirió la presencia de un presidente que haría historia, Alberto J. Armando, quien asumió ese año y convocó la mano experta de un hijo dilecto de la casa: Ernesto Lazzatti. Aquel que dictó cátedra desde el círculo central por más de una década, ahora se jugaba las papas con el buzo de técnico. Bah, de "administrador de fútbol" según su propia definición de alto perfil bajo. Y sobre el verde césped, Mussimessi escribiendo su leyenda desde el arco, la aspereza del Comisario Colman y Federico Edwards en la zaga; la clase de Eliseo Mouriño, y el despliegue del Leoncito Pescia en el medio; más los goles de Pepino Borello arriba (quien volvió de su préstamo en Chaca para meter 19 pepinos en 24 partidos), fueron la plataforma desde la que Boca se proyectó al título.

Pero el camino estaría lejos de ser un campo de rosas. Al debut con triunfo en Rosario, frente a Newell's, le siguió una derrota con Independiente, en el Templo. Dos victorias seguidas (San Lorenzo y Banfield), fueron sucedidas por una nueva derrota, esta vez con Platense. Pero de pronto, el equipo pareció engranar, y metió seis triunfos al hilo. Boca estaba en la cima por primera vez en ocho temporadas y claro si ya Boca llenaba estadios, ante esta situación no había cancha que aguantase la peregrinación de files Xeneizes que soñaban con el título. Pero se ve que las alturas produjeron vértigo, porque sobrevinieron dos derrotas consecutivas, ante Huracán y riBer (de local para colmo) que hicieron tambalear al líder. Sin embargo, los triunfos ante Tigre y Gimnasia permitieron mantener la punta en manos Xeneizes.

La segunda rueda resultaría casi un calco de la primera. Victoria ante Newell's, y derrota ante el Rojo. Pero esta vez no habría caídas ni ante Platense, ni ante Huracán: el equipo metió una racha de diez partidos invicto que lo dejó a las puertas del título, con goleadas a Racing –un Racing que había sido tri campeón apenas un par de años antes- y al Globo incluidas que no hicieron más que alimentar la ilusión de terminar con la eternidad sin títulos. Si el Xeneize ganaba en el Videla, salía campeón. Pero perdió. Independiente y riBer, sus perseguidores, se acercaron peligrosamente. Hacía falta una prueba de carácter en la anteúltima fecha, en la que Boca debía visitar a Tigre. Y el Xeneize la dio: triunfo 1-0 con gol de Baiocco y la locura del desahogo. Una semana después vino la fiesta, con goleada al Lobo por 7-1 y caramelos Sugus gigantes dando la vuelta incluidos. Sí, la cosa parecía un sueño, pero fue bien real. Boca disputó 30 partidos, ganó 21, empató 3 y perdió 6. Convirtió 60 goles y le hicieron 26. Le sacó 4 puntos de ventaja al segundo Independiente y siete a riBer que terminó tercero.

Y ese desahogo sirvió también para demostrar una vez más y por si hacía falta, cuál es la hinchada más fiel, seguidora y numerosa, la única capaz de copar cualquier cancha y reventar todas las canchas. La del Único Grande: el Jugador N°12, por supuesto. Porque en 1954 Boca logró el todavía no superado récord de ser el equipo con mayor promedio de entradas vendidas de TODA LA HISTORIA DEL FÚTBOL ARGENTINO.  El Xeneize vendió 886.384 entradas, un promedio de 29.546 por partido, una cifra aún inigualada y que tuvo detalles como que el 7-1 de la última fecha ante Gimnasia debía jugarse en el Bosque platense, pero los directivos del Lobo, viendo precisamente lo que generaba Boca y sabiendo que si oficiaban de local se quedaban con toda la recaudación, solicitaron jugar en el Templo. Entre los récords de recaudación de ese año se cuentan:

1- La máxima recaudación de la historia en el Palacio Ducó (48.996 entradas)
2- La máxima recaudación de la historia en cancha de Independiente (62.000 boletos)
3- La máxima recaudación de la historia en cancha de Platense (26.908 tickets)
4- La segunda máxima recaudación de la historia en la Heladera (57.400 bosteros copando el gallinero)
5- Y la increíble cifra de 70.000 bosteros reventando el Templo el día de la consagración ante Tigre: ese jueves 11 de noviembre, no importó  el día laborable. Porque el corazón  azul y oro tiene razones que la razón no entiende.

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El equipo está conformado por Ana Bonissone en la conducción, Eduardo Eliaschev, Claudio Giardino y Fernando Burruso en el estudio,  y columnistas que cubren las principales actividades de nuestro Club como Martín Marzolini en básquet, Vanesa Raschella en futbol femenino, Martín Herrera en fútbol profesional, Jacqueline Vezzosi en divisiones inferiores fútbol masculino, Mariano Revertido en el polideportivo, y el invalorable aporte de Alberto Moreno recordándonos de dónde venimos en cada hecho histórico de nuestro Club. Con la producción general de Leo Zallio, Gabriel MartinIvan Ludueña y Daniel Lubel, y Maximiliano Catanzano en diseño y gráfica.

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