NOVEDADES

DEL PRIMERO AL ÚLTIMO






Aquella tarde del 19 de octubre la cosa pintaba áspera para Boca. Es cierto que visitaba el Mudomental ante un riBer de capa caída, dirigido por Simeone. Pero no es menos cierto que ese riBer había salido campeón del Clausura y que un triunfo ante Boca en la décima fecha le servía de inyección anímica para encarar la segunda parte del torneo de otra manera. Encima, aquel Boca venía tambaleando y remendadísimo. Es que le había pasado de todo. En la segunda fecha, en el triunfo ante Lanús, el Titán Martín Palermo se había roto los ligamentos de la rodilla por segunda vez en su carrera. Como si eso fuese poco, su socio en ataque, la Joya Palacio estaba también lesionado. Boca arrancaba el torneo sin sus ases de espadas adelante. El Pelado Ischia decidió echar mano a las inferiores y empezó a promover al piberío: Viatri para reemplazar al Titán, Mouche, Noir, Nico Gaitán y el Pochi Chávez cubriendo el lugar de la Joya y de otros soldados que se irían cayendo fecha tras fecha. Boca había tenido un arranque arrasador, con tres triunfos consecutivos en las tres primeras presentaciones: 4-0 a Gimnasia de Jujuy, 2-1 a Lanús, y 3-0 a Huracán. Pero tras dos empates seguidos ante Independiente (1-1) y Argentinos (0-0), entró en una racha diabólica: derrotas con Tigre (2-3) y Estudiantes (1-2) en La Bombonera, y ante Godoy Cruz en Mendoza (1-4), intercalando apenas un triunfo ante Newell’s (4-2) en Rosario. San Lorenzo, el cómodo puntero aparecía a once puntos, demasiado lejos…
   
Así llegó al clásico de la décima fecha, justo después de un parate por fecha FIFA en el que el primer marcador central paraguayo Julio César Cáceres, con pasado riBerplatense y todavía muy lejos de justificar su contratación, no tuvo mejor idea que salir a pegarle por radio nada menos que a Román justito antes del clásico. Entrevistado en Asunción por una emisora local, Cáceres prendió el ventilador y a decir que el mal momento de Boca se debía a un bajón en el rendimiento de Riquelme. “Román jugando por la Selección está más motivado que jugando por Boca”, tiró. Y haciendo gala de su doctorado en psicología (?) diagnosticó que “quizás está cansado o saturado mentalmente. Cuando no tienes motivación, es mejor dar un paso al costado”.  Poco feliz: por el momento, por la persona a la que eligió atacar, y porque él mismo aún estaba muy lejos de conformar con su rendimiento. Román  puso la pelota bajo la suela y metió el pase entre líneas: “Lo que este muchacho tiene que decir, lo tiene que decir en el vestuario. Concentro todos los días con él y nunca me dijo nada. Hasta se hacía el simpático. Encima hace unos semanas, el pelotudo de Riquelme tuvo que salir a defenderlo y decir que es el mejor central del país. Tengo una vida en el club y amo a Boca. Fui a jugar Los Juegos Olímpicos y me tomé un avión para llegar a jugar la final con Arsenal (de la Recopa). Duele porque al club le dí todo, y este muchacho que llegó hace cuatro meses dice algo así en público”. Cabe aclarar que Román, ante las lesiones de los demás referentes, no se había tomado ni un día de descanso y jugaba arrastrando una tendinitis…

Para colmo, había otro conflicto interno nunca aclarado entre el propio Ischia y el arquero Caranta, al que el técnico había limpiado ante Estudiantes reemplazándolo por otro pibe de las inferiores: Javi García. Los medios se hacían agua la boca con el asunto, que les venía fenómeno considerando el parate de dos semanas del fútbol local. Pero, cuando Cáceres volvió de Paraguay, no hubo el estallido con el que soñaban los Olé de este mundo. Hábil, Ischia metió a todos en el vestuario y desactivó la bomba. No se sabe qué les dijo, pero aparentemente funcionó. Y claro, además, Román salió a la cancha dispuesto a silenciar bocones. Si habitualmente Riquelme la rompía contra riBer, esta fue una de sus obras cumbres. Hay que tener claro que en aquel equipo repleto de pibes, los sostenes eran Román, el León Battaglia y el Negro Ibarra. Román aportando la magia, el Seba imponiendo toda su capacidad de recuperación, orden y visión del juego, y el Negro siendo el referente del fondo. Y, desde ya, los tres  aportando carácter y liderazgo. Riquelme y Battaglia fueron las figuras indiscutibles de un clásico que pareció complicarse bastante cuando a los 51’ el Negro se fue expulsado por una fuerte falta. Boca se quedaba con uno menos con 40 minutos de partido por delante. Sin embargo, Román empezó a manejar los hilos, le quitó vértigo al equipo de Simeone y a los  60’ clavados, metió un tiro libre marca registrada directo a la cabeza de Viatri, que la mandó a guardar. Para qué, el estadio enmudeció (si eso es posible en un estadio que suele ser mudo) y Boca se volvió amo y señor de la mano del Diez. La última escena del encuentro lo dice todo: un rechazo a cualquier parte de la defensa de Boca cayó del cielo y Román, taco mediante, lo transformó en pase gol a Dátolo. El pitazo final impidió que la jugada continúe, pero quedó en la memoria bostera para siempre. El moño lo puso Ischia cuando, entrevistado por la TV, declaró: “Estamos contentos por haber ganado el clásico. Pero tampoco hay que exagerar por haberle ganado al último”. Es que sí, con esa victoria, Boca no solo se ponía en carrera por el título –San Lorenzo había perdido y el Xeneize le descontaba 3 puntos- sino que además había dejado a riBer último.

Empezó así una lucha por alcanzar a San Lorenzo y a… Tigre. Es que el equipo del norte bonaerense también se prendió en la lucha ante el declinar de los de Boedo. Boca derrotó a Central en casa (2-1) a poco del final y se puso a 5 de San Lorenzo. En la fecha siguiente nuevamente metió un triunfo sobre la hora ante el Taladro en el Sur (1-0) y en la previa del choque con los Cuervos se puso a solo 3. En esa fecha también, riBer logró despegarse de sus acompañantes de tabla y quedar último, aunque solo; un hecho inédito en el profesionalismo, pero con antecedente en el amateurismo (1912). También en esas vísperas, Boca volvió a sufrir otro cachetazo: el sorpresivo fallecimiento del presidente Pedro Pompilio. Con el ánimo golpeado Boca recibió al Ciclón en su casa, y una vez más apareció Román para, de tiro libre, darle el triunfo y la punta a Boca. Como si no fuese suficientemente determinante, una semana después, también de tiro libre y en el último minuto, el Diez volvió a darle los tres puntos a Boca ante Arsenal (ese día, curiosamente debutó Benedetto en el equipo de Sarandí) y así conservar el primer lugar. Y llegó el partido con Vélez, donde Boca tenía la chance de quedar puntero solo, ya que San Lorenzo había empatado en Rosario. Pero el Xeneize perdió 2-3 en La Bombonera y no logró despegarse.  La buena noticia de ese partido fue el regreso de Palacio, tras más de un mes ausente por lesión. La Joya no estaba bien físicamente, y había jugado apenas cuatro partidos antes del encuentro con el Fortín, la mitad de los ocho que jugaría en todo el torneo. Sin embargo, una vez más, sería clave…

Se venía una nueva chance de quedar primeros y era ganándole a San Martín en Tucumán, empresa nada fácil por cierto. Sin embargo, con goles de Viatri y de Lucho Figueroa (llegado en medio del torneo, había debutado contra Vélez) ganó 2-1 y como San Lorenzo y Tigre habían perdido, quedó primero a dos puntos. A tres fechas del final llegaba Racing a La Bombonera, pero nuevamente Román se erigió en la carta de triunfo para imponerse por 2-1. La cosa parecía cocinada, pero en la fecha 18, el Xeneize empató con Gimnasia en La Plata y San Lorenzo y Tigre lo alcanzaron. Llegó la última fecha y Boca derrotó a Colón por 3-2 (Riquelme otra vez clave), pero los otros dos punteros también ganaron con lo que se produjo un triple empate en la punta por segunda vez en la historia del fútbol argentino (la otra había sido en el Nacional 1968). ¡Ah! ¿Adivinen quién terminó último solo, por primera vez en la historia?  Sí, sí, riBer, que ya empezaba a armar las valijas para hacer turismo por todo el país…

Cuestión que Boca, Tigre y San Lorenzo disputarían un triangular para definir el campeón. El sorteo indicó que primero jugaban los dos equipos azulgranas, después Boca y San Lorenzo, y por último, Boca y los de Victoria. San Lamento, haciendo honor a su apodo, lloriquéo respecto  una supuesta ventaja para el Xeneize, olvidando los 11 puntos de ventaja que dejó ir y que permitieron el triangular… Cuestión que a pesar del llanto, se impuso a Tigre en el primer encuentro por 2-1. Vino el partido con Boca y allí el Xeneize se impuso por 3-1. Nuevamente Román fue decisivo: centro perfecto para el gol de Viatri, y asistencia exquisita para el tanto de Rodrigo (siempre La Joya haciendo goles en finales).  Y en el minuto 90 llegaría el tercero, del Pochi Chávez, que terminaría siendo el gol del campeonato. Se venía el partido con Tigre y este Boca al límite se jugaba una parada bravísima. ¿Por qué al límite? Porque a la legión de ausencias se sumaron nada menos que Román y Vargas, suspendidos por acumulación de amarillas, más la tremenda lesión de Forlín (choque de cabeza con Silvera) quien a su vez venía de reemplazar a otro lastimado: Paletta. Boca afrontó el partido decisivo con una verdadera legión de pibes: Javi García, Roncaglia, Pochi Chávez, Viatri… apenas el León Battaglia y el Negro Ibarra se contaban entre los más experimentados para bancar la parada. Y Boca sufrió… ¡cómo sufrió!

A los 67’ Tigre marcó el 1-0 por intermedio de Lázaro y dos minutos después se lesionó Javi García.  Josué Ayala lo reemplazó, debutando nada menos que en una final. Para colmo Palacio, que tocado y todo había ingresado a los 55’ por Lucho Figueroa, se fue expulsado a los 89’. Así que ese emparchado Boca aguantó como pudo el gol de diferencia que le permitía lograr su 29° torneo local. Un campeonato ganado bien a lo Boca, a pura garra, remontando una desventaja que parecía imposible y superando todo tipo de adversidades. De la mano de un Riquelme inspiradísimo, más los aportes del Seba, Rodrigo, el Negro Ibarra, Vargas y Morel. Y especialmente gracias a que los pibes estuvieron a la altura: Viatri (goleador de Boca reemplazando nada menos que al Titán), Forlín, Roncaglia, Gaitán, Noir, Mouche, Javi García desmintiendo eso de que los pibes no ganan campeonatos. Boca lo ganó, venciendo del primero… al último, cuyo grato nombre fue riBer Plei.  

Por Alberto Moreno para "Boca es Nuestro"

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Boca es Nuestro" Todos los jueves de 18.30 a 20.00 hs por Radio Ired. El equipo está conformado por Claudio Giardino, Fernando Burruso y Eduardo Eliaschev en la conducción. Los columnistas que cubren las principales actividades de nuestro Club son Martín Marzolini en básquet, Vanesa Raschella en futbol femenino, Martín Herrera en fútbol profesional, Jacqueline Vezzosi en divisiones inferiores, Mariano Reverdito en el polideportivo, y el invalorable aporte de Alberto Moreno recordándonos de dónde venimos en cada hecho histórico de nuestro Club. Con la producción general de Fernando Burruso y Martín Herrera.
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