"Nacido para ganar". La columna de historia del Beto Moreno para Boca es Nuestro
Si le hicieran un examen genético sale inevitablemente identidad bostera y de la más pura cepa. Es que, aunque el DNI diga que nació en la ciudad de Santa Fe el 8 de noviembre de 1980, desde que desembarcó en las inferiores Xeneizes a los 14 años dejó en claro que había nacido para vestirse de azul y oro. El tipo debutó con la 34 en la espalda, en un definidísimo 4-0 ante Gimnasia y Tiro de Salta. Era un 31 de mayo de 1998 y entró por Cagna para correr un poco durante los últimos cuatro minutos. Dio sus primeros pasos en el Templo, como corresponde, y de la mano de una gloria Xeneize: Carlitos García Cambón. Sin embargo, el pibe no vería mucha más acción ese año: con la llegada del Virrey sumó tres partidos por la Copa Mercosur, jugando sus primeros 90 minutos completos contra Flamengo en un contundente 3-0 en La Bombonera. No tuvo la suerte de jugar ni un minuto en el Apertura ’98, primer título del Virrey, y así lograr un torneo en azul y oro. Ya iba a tener tiempo para eso. En el año ’99 tuvo más participación: cuatro partidos en el Clausura ’99 y primera vuelta olímpica con la gloriosa. Algunos amistosos y tres partidos en el Apertura le sirvieron para seguir sumando minutos. Era difícil encontrar un lugar cuando el círculo central, ese del que él se había adueñado en Inferiores y reserva, tenía escrito en letras de molde el nombre de Mauricio Serna. Pero en 2000 ocurrió lo impensado. Ese Boca bicampeón se quedó sin su capitán, Diego Cagna, transferido al Villarreal español. Y encima en un amistoso contra riBer, Chicho se lesionó feo. Era el momento para que entrase en el equipo. Y lo hizo como 5 en el siguiente clásico veraniego. Partido que terminó en victoria, la primera de las dos logradas en vacaciones. La siguiente fue todavía mejor, porque los pibes Xeneizes vencieron a los titulares plumíferos y provocaron la salida de Ramón Díaz. ¿Los goles? Alfredito Moreno y el protagonista de nuestra columna, Sebastián Alejandro Battaglia. Primer gol del pibe y nada menos que para ganarle a riBer. No sería el último.
En ese año 2000 el Seba se consolidó en el medio campo Xeneize, aunque no como 5 si no jugando por los costados, preferiblemente por la derecha. Aunque también se movió por la izquierda. Como aquel 24 de mayo en el que Román lo vio venir como una tromba por la izquierda, lo esperó y le puso el pase justo para que él desborde y tire el centro atrás al área, donde el Titán esperaba con la muleta lista para ajusticiar al gallinaje. Seba siguió en el equipo y terminó dando la vuelta olímpica en Brasil, ese 21 de junio en el que Boca logró su tercera Libertadores ante el Palmeiras. ¿Quién podía imaginar que la cosa no iba a terminar ahí y que el año todavía tenía reservado el plato fuerte? Porque volvió Chicho, pero ahí estuvo Battaglia, firme a su derecha la noche del 28 de noviembre para poner de rodillas al Real Madrid y levantar la segunda Intercontinental de nuestra historia. Claro, dicen que para saber gozar primero hay que sufrir. En este caso al Seba le tocó al revés, porque de vuelta en Buenos Aires, Sportivo Ganar Siempre enfrentó a Indesingente para mantener la punta del Apertura. Y un Xeneize agotado cayó ante los de Avellaneda y –lo peor- perdió a Battaglia, cuando un giro traicionero le llevó la rodilla.
Tras casi medio año de recuperación, jugó muy poco en 2001, apenas una decena de partidos. Eso sí, uno de ellos fue una nueva final de Copa: estuvo los 90 minutos de la ida ante Cruz Azul: dos Libertadores jugadas, dos ganadas, más o menos… En 2002 volvería con todo, jugando más de 40 partidos en el equipo del Maestro Tabárez que estuvo a un cabezazo de sacarle el título a Independiente. La revancha llegaría al año siguiente con el regreso del Virrey quien, astuto como era, no tocó el mediocampo que había armado Tabárez. Ese año el medio salía de memoria: Battaglia, Cascini, Cagna. Y salía tan de memoria, funcionaba tan aceitado, que Boca volvió a ganar todo: Libertadores, Apertura e Intercontinental, los tres en fila. En la Copa desfilaría a partir de la revancha de octavos y el Seba tendría una gran actuación, con una doble pared memorable con Tévez en el primer alarido de la noche. En el Apertura sería clave, no solo jugando sino marcando goles. Como ese remate en el tercer minuto de descuento para ganarle al Lobo en La Plata en la primera fecha. O el tercero contra Banfield, también sobre el final para empatar un partido chivísimo en el Templo. O su tercer tanto del torneo… a riBer, en la Heladera, para abrir el marcador el día del Baile del Siglo. El cierre sería a toda fiesta aunque no sin susto. Tras dar su séptima vuelta en cinco años, se fue de Buenos Aires a Japón a dejar todo contra el Milan. Partido luchado y él con la cabeza vendada haciéndole honor a ese 5 bien bostero en su espalda. Llegan los penales y el Pato que le ataja a Pirlo. Pinta lindo porque el Flaco Schavi la manda a guardar. Pero cuando le llega el turno a él, su remate queda en las manos del gigante Dida. El Seba que se quería morir, pero la suerte estaría de su lado. Erraría Seedorf, el Pato le atajaría a Costacurta, Pucherito y el Mosquito meterían los suyos Y Boca llevaría por tercera vez la Copa a la Argentina, la Copa que perdieron las gayinas las gayinas.
Solo que esta vez el León, porque a esta altura quedaba clarito que era un León bien bostero, no volvería con sus compañeros. Se quedaría en España un par de años, jugando para el Villarreal. Claro, los colores eran azul y oro, pero el resto no era lo mismo. El León extrañaba su reino y por suerte volvería rápido. En 2005 volvería al equipo del Coco, nuevamente a jugar por la derecha –el 5 era Gago- y una vez más a ganar todo título que se le cruzara por el camino. El Coco lo definió con ojo clínico, bautizándolo como “El equilibrista”. El Seba era el que ordenaba todo el equipo, lo cohesionaba y le permitía ser una máquina de ganar. Y hablando de ese verbo que Battaglia sabe conjugar como pocos: arrancó ganando desde el vamos. Su segundo partido en su regreso fue la final de la Recopa ante el Once Caldas, donde además marcó un gol, y una semana después levantaría la copa en Colombia. Con el Coco en el banco, el Seba sumaría cinco títulos a su prominente currículum azul y oro. ¡Y lo haría en apenas un año!
A fines de 2006 ya contaba 13 vueltas en su haber pero su hambre de gloria no sabía de aburguesamientos. En 2007 llegó Russo y volvió Román. El objetivo era la Copa y el León fue parte importante, aunque desde el banco. Russo prefería a Banega y Ledesma, algo difícil de entender pero como decía Miguelito: “Son decisiones”. No importó, no solo jugó en las dos finales, también hizo el tercero en la semi ante Cúcuta, gol fundamental para pasar a la final. Sufriría la desilusión del final de clubes, cuando el esfuerzo no alcanzó para apagar la noche mágica de Kaka. Llegaría 2008 y otra vez un gol en una final: esta vez contra Arsenal para ganar la Recopa de ese año. Y en el segundo semestre junto a Román serían los sostenes del equipo que le remontó 12 puntos a San Lamento para terminar campeón y riBer último. riBer, el mismo al que una vez más le hizo un gol de cabeza, esta vez para ganarle 1-0 en el Clausura de ese año.
Tal vez ese haya sido el último año feliz del Seba en Boca. En 2009 el equipo entraría en crisis y aunque el León jugaría mucho y bien, Boca estaba metido en un fin de ciclo. Varios jugadores históricos empezaban a dar sus últimas funciones y el equipo no lograría regularidad. Y para colmo hizo su aparición una lesión nefasta. La osteocondritis empezó a torturar su tobillo -ya lo había hecho con cada una de sus rodillas- y a pesar de todos los intentos, tuvo que operarse en abril de 2011. Estuvo lejos de las canchas casi todo ese año, aunque pudo hacerlo ante All Boys el 11 de diciembre, para dar una nueva vuelta olímpica. Sería la última. Es que, aunque dejó el alma como lo había hecho en cada partido en azul y oro, no fue suficiente. La maldita osteocondritis fue la única capaz de doblegar su espíritu indomable.
El León se retiró a la fuerza, con apenas 31 años de edad. Si hubiese seguido jugando hay que ver qué le hubiese quedado a los demás. A ver, descontando lapsos en los que estuvo parado por lesión, o en el exterior, podemos decir que jugó como titular en Boca entre 2000 y 2003, y entre 2005 y 2010, es decir unos 8 años. En ese lapso logró 17 títulos (Clausuras 1999 y 2006, Aperturas 2000, 2003, 2005, 2008, 2011; Libertadores 2000, 2001, 2003, y 2007, Intercontinentales 2000 y 2003, Sudamericana 2005, Recopas 2005, 2006 y 2008), lo que lo convierte en el jugador más ganador de la historia de Boca, y convirtió 29 goles (4 a riBer, siempre para ganarle). Entrega, versatilidad, manejo, criterio, equilibrio, despliegue, cabezazo, panorama, inteligencia táctica, llegada al arco rival, personalidad... nacido para ganar.
En ese año 2000 el Seba se consolidó en el medio campo Xeneize, aunque no como 5 si no jugando por los costados, preferiblemente por la derecha. Aunque también se movió por la izquierda. Como aquel 24 de mayo en el que Román lo vio venir como una tromba por la izquierda, lo esperó y le puso el pase justo para que él desborde y tire el centro atrás al área, donde el Titán esperaba con la muleta lista para ajusticiar al gallinaje. Seba siguió en el equipo y terminó dando la vuelta olímpica en Brasil, ese 21 de junio en el que Boca logró su tercera Libertadores ante el Palmeiras. ¿Quién podía imaginar que la cosa no iba a terminar ahí y que el año todavía tenía reservado el plato fuerte? Porque volvió Chicho, pero ahí estuvo Battaglia, firme a su derecha la noche del 28 de noviembre para poner de rodillas al Real Madrid y levantar la segunda Intercontinental de nuestra historia. Claro, dicen que para saber gozar primero hay que sufrir. En este caso al Seba le tocó al revés, porque de vuelta en Buenos Aires, Sportivo Ganar Siempre enfrentó a Indesingente para mantener la punta del Apertura. Y un Xeneize agotado cayó ante los de Avellaneda y –lo peor- perdió a Battaglia, cuando un giro traicionero le llevó la rodilla.
Tras casi medio año de recuperación, jugó muy poco en 2001, apenas una decena de partidos. Eso sí, uno de ellos fue una nueva final de Copa: estuvo los 90 minutos de la ida ante Cruz Azul: dos Libertadores jugadas, dos ganadas, más o menos… En 2002 volvería con todo, jugando más de 40 partidos en el equipo del Maestro Tabárez que estuvo a un cabezazo de sacarle el título a Independiente. La revancha llegaría al año siguiente con el regreso del Virrey quien, astuto como era, no tocó el mediocampo que había armado Tabárez. Ese año el medio salía de memoria: Battaglia, Cascini, Cagna. Y salía tan de memoria, funcionaba tan aceitado, que Boca volvió a ganar todo: Libertadores, Apertura e Intercontinental, los tres en fila. En la Copa desfilaría a partir de la revancha de octavos y el Seba tendría una gran actuación, con una doble pared memorable con Tévez en el primer alarido de la noche. En el Apertura sería clave, no solo jugando sino marcando goles. Como ese remate en el tercer minuto de descuento para ganarle al Lobo en La Plata en la primera fecha. O el tercero contra Banfield, también sobre el final para empatar un partido chivísimo en el Templo. O su tercer tanto del torneo… a riBer, en la Heladera, para abrir el marcador el día del Baile del Siglo. El cierre sería a toda fiesta aunque no sin susto. Tras dar su séptima vuelta en cinco años, se fue de Buenos Aires a Japón a dejar todo contra el Milan. Partido luchado y él con la cabeza vendada haciéndole honor a ese 5 bien bostero en su espalda. Llegan los penales y el Pato que le ataja a Pirlo. Pinta lindo porque el Flaco Schavi la manda a guardar. Pero cuando le llega el turno a él, su remate queda en las manos del gigante Dida. El Seba que se quería morir, pero la suerte estaría de su lado. Erraría Seedorf, el Pato le atajaría a Costacurta, Pucherito y el Mosquito meterían los suyos Y Boca llevaría por tercera vez la Copa a la Argentina, la Copa que perdieron las gayinas las gayinas.
Solo que esta vez el León, porque a esta altura quedaba clarito que era un León bien bostero, no volvería con sus compañeros. Se quedaría en España un par de años, jugando para el Villarreal. Claro, los colores eran azul y oro, pero el resto no era lo mismo. El León extrañaba su reino y por suerte volvería rápido. En 2005 volvería al equipo del Coco, nuevamente a jugar por la derecha –el 5 era Gago- y una vez más a ganar todo título que se le cruzara por el camino. El Coco lo definió con ojo clínico, bautizándolo como “El equilibrista”. El Seba era el que ordenaba todo el equipo, lo cohesionaba y le permitía ser una máquina de ganar. Y hablando de ese verbo que Battaglia sabe conjugar como pocos: arrancó ganando desde el vamos. Su segundo partido en su regreso fue la final de la Recopa ante el Once Caldas, donde además marcó un gol, y una semana después levantaría la copa en Colombia. Con el Coco en el banco, el Seba sumaría cinco títulos a su prominente currículum azul y oro. ¡Y lo haría en apenas un año!
A fines de 2006 ya contaba 13 vueltas en su haber pero su hambre de gloria no sabía de aburguesamientos. En 2007 llegó Russo y volvió Román. El objetivo era la Copa y el León fue parte importante, aunque desde el banco. Russo prefería a Banega y Ledesma, algo difícil de entender pero como decía Miguelito: “Son decisiones”. No importó, no solo jugó en las dos finales, también hizo el tercero en la semi ante Cúcuta, gol fundamental para pasar a la final. Sufriría la desilusión del final de clubes, cuando el esfuerzo no alcanzó para apagar la noche mágica de Kaka. Llegaría 2008 y otra vez un gol en una final: esta vez contra Arsenal para ganar la Recopa de ese año. Y en el segundo semestre junto a Román serían los sostenes del equipo que le remontó 12 puntos a San Lamento para terminar campeón y riBer último. riBer, el mismo al que una vez más le hizo un gol de cabeza, esta vez para ganarle 1-0 en el Clausura de ese año.
Tal vez ese haya sido el último año feliz del Seba en Boca. En 2009 el equipo entraría en crisis y aunque el León jugaría mucho y bien, Boca estaba metido en un fin de ciclo. Varios jugadores históricos empezaban a dar sus últimas funciones y el equipo no lograría regularidad. Y para colmo hizo su aparición una lesión nefasta. La osteocondritis empezó a torturar su tobillo -ya lo había hecho con cada una de sus rodillas- y a pesar de todos los intentos, tuvo que operarse en abril de 2011. Estuvo lejos de las canchas casi todo ese año, aunque pudo hacerlo ante All Boys el 11 de diciembre, para dar una nueva vuelta olímpica. Sería la última. Es que, aunque dejó el alma como lo había hecho en cada partido en azul y oro, no fue suficiente. La maldita osteocondritis fue la única capaz de doblegar su espíritu indomable.
El León se retiró a la fuerza, con apenas 31 años de edad. Si hubiese seguido jugando hay que ver qué le hubiese quedado a los demás. A ver, descontando lapsos en los que estuvo parado por lesión, o en el exterior, podemos decir que jugó como titular en Boca entre 2000 y 2003, y entre 2005 y 2010, es decir unos 8 años. En ese lapso logró 17 títulos (Clausuras 1999 y 2006, Aperturas 2000, 2003, 2005, 2008, 2011; Libertadores 2000, 2001, 2003, y 2007, Intercontinentales 2000 y 2003, Sudamericana 2005, Recopas 2005, 2006 y 2008), lo que lo convierte en el jugador más ganador de la historia de Boca, y convirtió 29 goles (4 a riBer, siempre para ganarle). Entrega, versatilidad, manejo, criterio, equilibrio, despliegue, cabezazo, panorama, inteligencia táctica, llegada al arco rival, personalidad... nacido para ganar.
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"Boca es Nuestro" Todos los jueves de 18.30 a 20.00 hs por Radio Ired. El equipo está conformado por Vanesa Raschella, Eduardo Eliaschev y Claudio Giardino en la conducción. Los columnistas que cubren las principales actividades de nuestro Club son Martín Marzolini en básquet, Vanesa Raschella en futbol femenino, Martín Herrera en fútbol profesional, Jacqueline Vezzosi en divisiones inferiores fútbol masculino, Mariano Reverdito
en el polideportivo, y el invalorable aporte de Alberto Moreno
recordándonos de dónde venimos en cada hecho histórico de nuestro Club.
Con la producción general de Leo Zallio, Gabriel Martin, Fernando Burruso, Martín Herrera, Daniel Lubel y Maximiliano Catanzano en diseño y gráfica.
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