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HOMENAJE AL "TOTO CAFFARENA"


 

PORQUE GRACIAS A EL, TODOS LOS HINCHAS DE BOCA DE CORAZON SOMOS EL JUGADOR N° 12
En febrero de 1925, el joven Boca Juniors (el club tenía apenas dos décadas de existencia) emprendió la primera gira europea de un equipo de fútbol argentino. Una multitud los despidió en respuesta a la convocatoria del diario Crítica:
"Los aficionados están en el deber de despedir dignamente la primera embajada deportiva argentina que surcará el océano para hacer conocer en la vieja Europa la potencialidad de nuestro más popular deporte... Saludemos a los bravos footballers que llevan tan alta misión deportiva y patriótica al extranjero; no debe faltar uno solo de los que aman el deporte porque este saludo que se les brindará en la Dársena Sud será un recuerdo para que en los momentos de gran apremio en los campos deportivos europeos, hagan el último y grande esfuerzo en obsequio a estos aficionados, en cuyos corazones palpita el sentimiento argentino y que a través de la gran distancia vivirán con la incertidumbre del éxito de sus bravos y aguerridos representantes".
Y allá fueron los hinchas de Boca. Desde la cubierta del vapor Ciudad de Buenos Aires –con trasbordo al buque Formosa, en Montevideo–, junto al equipo en el que brillaban el legendario arquero Américo Tesorieri y el goleador Antonio Cerrotti, saludaba sombrero en mano "Toto" Caffarena, único y privilegiado hincha en la aventura. Como siempre, impecablemente vestido, traje y moñito.

Llevaba un carnet de enviado especial del periódico El Telégrafo. Pero lo cierto es que Caffarena era un fanático que venció la oposición familiar al viaje. Y consiguió de su padre, titular de una prestigiosa escribanía y dueño de varios campos bonaerenses, los recursos para financiar no sólo su pasaje, sino también muchos de los gastos que la gira demandó. El "Toto" hizo de todo: fue utilero, masajista, técnico y delegado. Se ponía los cortos y posaba en la foto como uno más.

Boca ganó 15 de los 19 partidos, con un empate y apenas tres derrotas, marcando 40 goles y venciendo a equipos de la talla del Real Madrid y el Bayern Munich. La prensa alemana los apodó "Los malabaristas del fútbol". Fueron cinco meses inolvidables, incluyendo los 22 días que tardaba el barco en cada cruce del Atlántico. Al regreso, habían nacido dos leyendas: la de Boca como potencia futbolística y la del "Jugador número 12". Así bautizaron los propios footballers a Caffarena en reconocimiento a su rol tan decisivo como influyente.

Una década después, el "Toto" todavía entraba con el equipo a las canchas visitantes con su carnet de "masagista" (sic). De local, tenía platea fija. Seguía ocupándose de los mínimos detalles, incluso si los jugadores comían y dormían bien.

Ya era un hombre casado (con Antonieta Calabrese, de otra próspera familia dedicada al negocio de venta de arena que traía desde Uruguay). Y tenía, él también, título de escribano. A la muerte de su padre, en 1933, heredó el registro notarial 368, con sede en 25 de Mayo 252. Quienes lo frecuentaban aseguran que en apasionadas discusiones con fanáticos de otras camisetas, perdió más de un cliente. Rechazó ofertas para hacer carrera política en el club. Era un hincha puro, al estilo del que Enrique Santos Discépolo personificó en el cine.

Si Boca tiene un himno, también se lo debe a Caffarena, quien recomendó a Italo Goyeneche como compositor. La marcha fue oída, por primera vez, en la casa del Toto y ejecutada al piano por una de sus hermanas. Luego, el escritor Jesús Fernández Blanco le puso versos: "Boca Juniors, Boca Juniors / gran campeón del balompié / que despierta en nuestro pecho / entusiasmo, amor y fe / Tu bandera azul y oro / en Europa tremoló / como enseña vendedora / donde quiera que luchó".


En 1953 entró en la categoría de "socio vitalicio" y en los ’60 el presidente Alberto J. Armando le entregó, en el centro de la cancha, minutos antes de un partido, la plaqueta que lo reconoció oficialmente como "Jugador número 12". La Bombonera estaba repleta y la ovación que lo envolvió desde las tribunas le hubiera permitido parafrasear a Juan Perón con aquello de "llevo en mis oídos la más maravillosa música". Aunque Caffarena, vale aclararlo, tenía corazón radical.
Ese fue el nacimiento del mote que hoy en día nombra a TODA la hinchada. Gracias a una persona que dio todo a su Club, sin pedir nada a cambio ni usarlo para hacer negocios en beneficio personal

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