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VERGÜENZA


 

Los hinchas de Boca no tenemos dudas del robo. Tampoco tienen dudas los medios periodísticos, como pocas veces unánimes en sus opiniones.

Las imágenes son claras; contundentes; el despojo fue indisimulable. El de  La Bombonera hasta fue reconocido por la CONMEBOL al suspender por tiempo indeterminado al árbitro y al encargado del VAR. Veremos cuánto es “tiempo indeterminado”.

Sobre el partido en Brasil no hay ningún comentario oficial, al menos hasta que estamos escribiendo esta nota.

Lo cierto es que la injusticia se paseó por La Bombonera, por el Minerao y también por Paraguay en el partido entre Cerro Porteño y Fluminense.

El VAR, que llegó para impartir justicia, al fin se comprueba que llegó para confirmar la injusticia.

Siempre dudamos de los arbitrajes, pero podíamos protestar, putear, enojarnos por un error del árbitro o del línea, pero ellos, al menos, tenían la excusa, más que válida, de que no podían ver la repetición de la jugada, de que tenían que decidir en un segundo.

El VAR ve, reveé (y desde varios ángulos), analiza, se toma su tiempo y decide. Claramente, reitero, llegó para que todos podamos ver la injusticia; para que todos seamos conscientes de lo que sucede.

El VAR no tiene excusas, el VAR es culpable, el VAR es intencionado (mal intencionado).

El VAR, mejor dicho, los encargados del VAR dejan al descubierto que la CONMEBOL tiene claros favoritos.

El VAR llegó para desnaturalizar al fútbol, el deporte más bello del mundo.

El VAR deja al descubierto que los árbitros son cómplices de este manejo espurio porque, al fin, son los que convalidan lo que se les dice.

Los responsables son muchos: dirigentes, árbitros, televisión; sería imposible nombrar a todos los integrantes de esta asociación ilícita.

Pero al jefe de la banda lo conocemos todos: Alejandro Guillermo Domínguez Wilson–Smith.

La voz del hincha: Por Ricardo Bálsamo
 

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