A la gente, en general, le gusta analizar lo ajeno; opinar, juzgar, sobre los actos o la vida de los demás.
Las acciones de las personas, acertadas o no, no suelen ser producto del azar; un sin fin de circunstancias confluyen para que cada uno de nosotros haga tal o cual cosa o tome una decisión.
Pero todas, lamentablemente, suelen ser pasadas por el tamiz, siempre subjetivo, de lo correcto o incorrecto.
Carlos Tévez no es para los boquenses un jugador más; es un ídolo de muchos y, como ídolo, está en un pedestal del que otros muchos quieren bajar.
Decidió decir adiós a Boca. Obviamente tendrá sus razones.
¿Diferencias con el Consejo de Fútbol? Puede ser. ¿Aspiraciones políticas en el Club a mediano plazo? Puede ser. ¿Le pasaron factura por su foto con Angelici? Puede ser.
Todo puede ser; lo que no puede ser es el escarnio.
Cada uno de nosotros puede tener de Tévez la opinión que le parezca; y eso es absolutamente legítimo.
Pero descartar sus motivos personales, menospreciar su historia, pasar por alto que hace dos meses perdió a su padre (pérdida que no se supera en poco tiempo), descreer que su mente no está para pensar en Boca, son posiciones de cada opinador que no tienen por qué ser correctas.
Sugerir que una foto no es sincera es inverificable.
Aprovechar la ocasión para pasarle facturas viejas es rencor.
Criticar posturas personales, es inoportuno.
Alguien salió a denunciar su falta de solidaridad con su clase ¿lo habrá investigado?
Otro que eligió para su despedida un partido “que caminó la cancha”.
Y así se pueden seguir leyendo infinitas opiniones de ocasión.
Nunca fue mi gran ídolo pero, en lo personal, me quedo con el Tévez jugador de Boca, aquel me dió 94 gritos, aquel que enmudeció el Monumental, aquel que con el gol a Gimnasia y Esgrima arrancó de mi garganta uno de los mayores gritos que pegué en 53 años de ir a la Bombonera.
¿Tengo cosas para criticarle? Varias, pero no tiene deudas pendientes conmigo, a pesar de que en la política del Club estuvo, y está, en la vereda de enfrente.
Hoy decidió irse y, personalmente, lo dejo ir en paz