La gira de 1925 por el Profesor Alberto Moreno
¿Viste cuando las plumas, esos eternos habitantes de una realidad paralela que leen en OlĂ©, te dicen "Eh Voka, tenĂ©s 10 años de historia. Vos existĂs desde el '98"? Bueno, resulta que no. Resulta que si al fĂştbol argentino se lo conoce en el mundo es gracias a Boca. Y desde hace 92 años.
Tras la gran actuaciĂłn de Uruguay en los Juegos OlĂmpicos de ParĂs 1924, la AsociaciĂłn Argentina de FĂştbol se propuso mandar una delegaciĂłn a Europa para que muestre las bondades de nuestro fĂştbol. La inviabilidad econĂłmica para bancar una gira de ese tipo dejĂł el lugar vacante. Y Boca, el campeĂłn de 1924 y puntero en 1925 se ofreciĂł para cubrir ese espacio.
La aventura Xeneize se convirtiĂł en causa nacional, al punto que otros equipos de la AsociaciĂłn prestaron a algunas de sus máximas figuras para completar el plantel. La delegaciĂłn de Boca era presidida por el vicepresidente Adelio Carboni y el secretario Vicente Decap, y la integraban doce jugadores del plantel Xeneize, más los cinco refuerzos: Tesoriere, Bidoglio, Muttis, MĂ©dici, Elli, Busso, Tarasconi, Cerrotti, Pertini, Pozzo, Antraygues, y Garasini eran los hĂ©roes boquenses. Y los invitados eran el arquero Octavio DĂaz de Rosario Central, el defensor Roberto Cochrane de Tiro Federal, los delanteros Manuel Seoane de El Porvenir y Cesáreo Onzari de Huracán, y el mediocampista Luis Vaccaro de Argentinos Juniors.
Para dimensionar la magnitud de la empresa y la importancia que tenĂa para el fĂştbol argentino, vale mencionar que con la delegaciĂłn viajĂł Hugo Marini, el jefe de deportes de CrĂtica, el diario más vendido de la Ă©poca. Era la primera vez que un diario argentino enviaba un corresponsal a cubrir una gira de un club nacional. Como era la primera vez que un club argentino se iba de gira por Europa.
En un tiempo en el que en el fĂştbol no habĂa sponsors ni contratos millonarios -bah, en realidad no habĂa contratos- la preocupaciĂłn de los jugadores de Boca era de lo más terrenal: se iban cinco meses de gira y tenĂan que dejar a sus familias y a su laburo. Era demasiado tiempo y habĂa que parar la olla. Pero los tranquilizaron, no solo se iban a jugar al fĂştbol y conocer Europa, ¡sino que iban a cobrar 10 pesos por dĂa de viático!. Trescientos mangos era lo que cobra un obrero especializado en ese entonces, asĂ que los players quedaron más que satisfechos. Otros tiempos, sin dudas.
La delegaciĂłn boquense partiĂł la noche del 4 de febrero de 1925 desde el Puerto Nuevo con destino a Montevideo, donde abordarĂa el transatlántico “Formosa” con destino a Europa. La despidiĂł una multitud, más de diez mil personas, entre las que se contaban alrededor de 300 hinchas y socios de River. Contaba La NaciĂłn: “Nunca asistiĂł una concurrencia más numerosa que la de anoche al puerto, a despedir una delegaciĂłn sportiva. Desde temprano los alrededores de la Dársena Sur se vieron ocupados por una multitud, que fue aumentando paulatinamente y que a la hora de salir el vapor alcanzaba proyecciones realmente extraordinarias”.
Tras 22 dĂas de viaje, en los que los muchachos buscaron mantenerse en forma entrenando en la cubierta del barco, la tropa Xeneize desembarcĂł en Vigo, el 27 de febrero. El debut fue ante el Celta de esa ciudad, el 6 de marzo, ante un pĂşblico de 25.000 espectadores. En su primer partido en Europa Boca formĂł con Tesoriere; Bidoglio y Mutis; MĂ©dici, Vaccaro y Elli; Tarasconi, Cerrotti, Garasini, Seoane y Onzari; y ganĂł 3-1, con dos goles de Cerrotti y uno de Onzari. El partido se interrumpiĂł durante 16 minutos porque la expectativa era tal ,-se anunciaba a Boca como "representante del mejor fĂştbol del mundo"- que habĂa quedado gente fuera del estadio. Un grupo se subiĂł al techo de una fábrica para ver el partido desde ahĂ con tan mala suerte que el techo se hundiĂł, causando dos muertos y 26 heridos. La revancha se jugĂł tres dĂas despuĂ©s, con triunfo del Celta, tambiĂ©n por 3-1.
De allà Boca viajó a La Coruña, donde enfrentó en partido y revancha al Deportivo. Ganó los dos encuentros, con la peculiaridad de que Tesorieri atajó un penal en el primer encuentro, convirtiéndose asà en el primer arquero argentino en contener un penal en Europa.
Boca partiĂł entonces a Madrid para enfrentar al Madrid y al Aleti nada menos. Tras vencer a los Colchoneros, el Xeneize enfrentĂł al Real. Precisamente el Rey Alfonso XII habĂa anunciado su presencia, pero como se demoraba en llegar, el árbitro dio por comenzado el partido. El rey llegĂł promediando el primer tiempo y el partido se suspendiĂł unos minutos para que el pĂşblico saludarse a Su Majestad. Cuando se reanudĂł el encuentro, nuestro delantero Carmelo Pozzo jugĂł a ser Palermo pero mucho antes, y marcĂł el gol del triunfo ante el Real Madrid. SaliĂł derechito hacia el palco donde estaba el rey, y lo saludĂł con una pomposa reverencia. ¿Joda u homenaje? Nunca quedĂł claro.
Tras un tercer triunfo en Madrid, ante la Sociedad Gimnástica, la gira española continuĂł por Bilbao (dos derrotas), Pamplona (venciĂł al Osasuna), y Barcelona, donde derrotĂł dos veces al Espanyol, y una a un Combinado Catalán. El Espanyol tenĂa en sus filas a un mito: el arquero Ricardo Zamora. Para quĂ©, imagĂnense cuando reciĂ©n bajaditos del tren en Barcelona, Tarasconi se despachĂł ante la prensa con el anuncio de que le iba a clavar un gol de 25 metros. Hubo polĂ©mica en los diarios y entre el pĂşblico por el argentino bocĂłn. Pero a Tarasca eso no le importĂł, apenas lo vio distraĂdo a Zamora, le metiĂł un fierrazo al ángulo desde 25 metros. Y Boca ganĂł 1-0. Tras un mes de dar cátedra, en España llamaban "malabaristas del fĂştbol" a los jugadores de Boca.
Era el turno de viajar a Francia, pero los franceses desistieron tras las dos derrotas sufridas en el PaĂs Vasco, asĂ que el Xeneize cambiĂł de rumbo y partiĂł hacia Alemania, donde jugarĂa en BerlĂn, Munich, Leipzig y Frankfurt. Boca pasĂł mayo en tierras teutonas, donde nuestros muchachos hicieron brillar los colores, deslumbrado a la aficiĂłn germana: tras un empate en uno con el Bayern, metieron cuatro triunfos al hilo contra equipos locales, incluido un 7-0 contra el impronunciable Spielvereinigung.
El cierre de la gira serĂa en ParĂs, ante un combinado de la Ciudad Luz, al que Boca venciĂł por 4-2, el 7 de junio. Sin embargo, Boca estarĂa poquito en la capital francesa, donde no se le dio tanta bola. AsĂ que los muchachos aprovecharon para conocer la ciudad y mirar ParĂs desde 300 metros de altura, cuando el "MĂ©rico" Tesoriere bancĂł las entradas y el plantel subiĂł a la Torre Eiffel, que en ese tiempo era la construcciĂłn más alto del mundo.
AsĂ, tras 5 meses a pura gloria, el 12 de julio de 1925, Boca arribĂł a Buenos Aires a bordo del “Marsella”, el mismo barco en el que viajaba Albert Einstein quien se admirĂł cuando vio la multitud que habĂa ido a recibirlo al puerto. Claro, lo que no sabĂa el bueno de Einstein es que no habĂan ido a esperarlo a Ă©l, sino al gran Boca vencedor. La multitud levantĂł en andas a los jugadores y los llevĂł a pie hasta La Boca, donde la fiesta alcanzĂł niveles nunca vistos hasta entonces.
En su paso por Europa habĂa jugado 19 partidos -como uno de los tĂpicos torneos cortos- ganando 15, empatando uno y perdiendo tres. Una campaña increĂble por la cual el 28 de julio de 1926, la AsociaciĂłn Argentina de Football declararĂa a Bocacomo "CampeĂłn de Honor de 1925". Los diarios y El Gráfico se deshacĂan en loas a Boca, que con esa gira histĂłrica acaba de producir dos acontecimientos fundamentales, uno para la historia del fĂştbol argentino, y el otro para la suya propia.
Porque perfectamente la Argentina podrĂa haber sido un paĂs más en el marco del fĂştbol. Sin embargo, con la gira boquense, se instalĂł a nivel mundial como una escuela futbolera, dueña de un estilo propio capaz de despertar la admiraciĂłn del resto del planeta. Y, como Boca hizo las veces de seleccionado nacional, como se convirtiĂł en causa comĂşn que dejĂł inmejorablemente al deporte de nuestro paĂs, esto no hizo sino acrecentar la pasiĂłn futbolera en la Argentina.
Lo cual nos lleva al otro punto, el más importante: la trascendencia para el propio Boca. Que fue gigantesca, inconmensurable. Boca pasĂł de ser un fenĂłmeno barrial, a convertirse en uno nacional. Mientras estaba en Europa, los pibes y no tanto seguĂan sus hazañas por radio o por los diarios, y asĂ Tesorieri, Bidoglio, Tarasconi o Mutis se convirtieron en hĂ©roes más allá de los confines de la RepĂşblica de La Boca. DespuĂ©s de la gira de 1925, Boca se convirtiĂł de una vez y para siempre en el club más popular del paĂs, en una pasiĂłn nacional.
Prof. ALBERTO MORENO
Boca es Nuestro